Cuando pensamos en publicidad, de manera involuntaria e independientemente del medio en el que nos encontremos, tendemos a identificarla como un mensaje no autorizado que viene a perturbar nuestro orden establecido. Nos encontramos leyendo un periódico, oyendo la radio, viendo la televisión o navegando por Internet y, de repente, un mensaje no precisamente subliminal viene a importunar nuestra actividad. Y encima, dependiendo del medio tienes que tomarte molestias para eliminarla o, al menos, hacerla desaparecer durante un rato (pasar una página, cambiar de canal o de emisora, hacer clic con el ratón sobre la X para cerrar esa molesta capa o ventana…). A nadie le gusta la publicidad.
Pero… espera un segundo… esto no es del todo cierto. ¿No existen acaso festivales, premios y concursos destinados a destacar las mejores piezas en distintos formatos? ¿Es que acaso hay una publicidad “buena” y una publicidad “mala”? ¿Una que no nos resulta tan intrusiva y otra que es verdaderamente insoportable?
Una cosa está bastante clara. La publicidad, al igual que otros muchos sectores, está cambiando con Internet. La interactividad que ofrecen nuevos formatos y plataformas está dando lugar a nuevos campos de actuación y a piezas nunca vistas hasta ahora. Está provocando un cambio en el espectador que contempla esa publicidad. Un cambio que va desde el hacerle reaccionar para evitarla hasta el provocarle el deseo de que esa pieza aparezca más a menudo e, incluso, y lo que parece ya rizar el rizo, ¡convertir a ese espectador en usuario activo de la propia publicidad! Hacerle interactuar con la misma, pensar, explorar, disfrutar y… ¡compartir aquello que antes trataba de evitar!
Es lo que ocurre con esta genial campaña que quería mostraros. No os digo más porque merece la pena que la veáis por vosotros mismos. Disfrutad algo de publicidad la “buena” ;)
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