Expedientes de Regulación de Empleo, caída de la inversión publicitaria, cierre de cabeceras, fusiones entre ediciones en papel y online. Son los efectos más notables que la crisis económica está ejerciendo sobre la prensa escrita no sólo en nuestro país sino en todo el mundo, y que está trayendo de cabeza a un sector que no para de solicitar ayudas gubernamentales que le permitan superar esta traumática situación.
Por el momento y afortunadamente, la cosa no está llegando al nivel de lo que ocurre en los EE. UU., donde hay cabeceras históricas cerrando casi cada semana y ciudades que temen ver desaparecer diarios centenarios, con el agua de las pérdidas al cuello. Es quizás por eso por lo que la pasada semana pudimos leer ya propuestas de acción sorprendentes en este país. Los demócratas, haciendo bueno el dicho de que “situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas”, se han lanzado a promover una iniciativa legislativa encaminada a transformar los periódicos al borde de la desaparición en organizaciones sin ánimo de lucro, gracias a lo cual se beneficiarían de reducciones fiscales a cambio de limitaciones en su orientación política. El debate está servido. ¿Salvar a la prensa a cambio de limitar su expresión o dejarla morir libre? ¿Seguir ofreciendo los contenidos digitales gratuitos o comenzar a cobrarlos, a pesar de que ya se descartó esta medida por ineficaz hace diez años?
En España, la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) deja entrever que las cosas no van nada bien y los principales diarios nacionales resultan tocados mes tras mes, lo que ha llevado a las asociaciones de prensa a solicitar ayudas gubernamentales que posibiliten no ya que nuestras cabeceras sigan manteniéndose vivas, sino que puedan continuar ofreciendo información de calidad que no se vea alterada por la crisis. Crisis que amenaza con volver el futuro de los diarios bastante negro, haciendo que algunos posen la vista en Internet y los medios online culpándoles una vez más de lo que le pasa a los rotativos de papel. Afortunadamente otros muchos se convencen cada día de que la solución no es demonizar lo digital, sino estudiar la situación para evolucionar en el mercado y ofrecer a los lectores un producto por el que realmente estén dispuestos a rascarse el bolsillo. Incluso con la que está cayendo.
Por el momento y afortunadamente, la cosa no está llegando al nivel de lo que ocurre en los EE. UU., donde hay cabeceras históricas cerrando casi cada semana y ciudades que temen ver desaparecer diarios centenarios, con el agua de las pérdidas al cuello. Es quizás por eso por lo que la pasada semana pudimos leer ya propuestas de acción sorprendentes en este país. Los demócratas, haciendo bueno el dicho de que “situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas”, se han lanzado a promover una iniciativa legislativa encaminada a transformar los periódicos al borde de la desaparición en organizaciones sin ánimo de lucro, gracias a lo cual se beneficiarían de reducciones fiscales a cambio de limitaciones en su orientación política. El debate está servido. ¿Salvar a la prensa a cambio de limitar su expresión o dejarla morir libre? ¿Seguir ofreciendo los contenidos digitales gratuitos o comenzar a cobrarlos, a pesar de que ya se descartó esta medida por ineficaz hace diez años?
En España, la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) deja entrever que las cosas no van nada bien y los principales diarios nacionales resultan tocados mes tras mes, lo que ha llevado a las asociaciones de prensa a solicitar ayudas gubernamentales que posibiliten no ya que nuestras cabeceras sigan manteniéndose vivas, sino que puedan continuar ofreciendo información de calidad que no se vea alterada por la crisis. Crisis que amenaza con volver el futuro de los diarios bastante negro, haciendo que algunos posen la vista en Internet y los medios online culpándoles una vez más de lo que le pasa a los rotativos de papel. Afortunadamente otros muchos se convencen cada día de que la solución no es demonizar lo digital, sino estudiar la situación para evolucionar en el mercado y ofrecer a los lectores un producto por el que realmente estén dispuestos a rascarse el bolsillo. Incluso con la que está cayendo.
Actualización 31/marzo/2009 – 17.18: leemos en el ABC que el Gobierno británico pide ayuda a la BBC y sus centros regionales para que colaboren con las ediciones locales de prensa, que han visto cerrar ya a unas cuarenta cabeceras desde el inicio de la crisis. Entre las medidas propuestas desde el Ministerio de Cultura se cuentan la creación de sociedades público-privadas, a través de las cuales los pequeños diarios y semanarios británicos podrían utilizar los contenidos audiovisuales de la cadena televisiva en sus propias webs, la reducción de las restricciones a la fusión entre estos periódicos y el aumento de la inversión publicitaria por parte de la Administración en sus páginas.
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