Las redes sociales son un fenómeno en expansión consolidado ya en EE.UU. desde hace años, pero que en España ha comenzado a pegar fuerte sobre todo a partir de la creación de Tuenti. Millones de seguidores en todo el mundo confirman que se trata de algo más que una moda: una forma de interconexión entre amigos que además permite conocer gente nueva, y que ha llegado a la red de redes para quedarse.
De todas formas lo que quería destacar hoy, más allá de analizar el fenómeno en sí, es el otro tipo de utilidades que estas redes que no sólo cuentan con entusiastas usuarios sino también con muchos detractores (debido principalmente a los problemas de privacidad derivados de la introducción de datos e imágenes personales), pueden ofrecernos. Utilidades que a veces trascienden el puro ocio para convertirse en verdaderas herramientas al servicio del bien común. Es el caso, sin ir más lejos, de las reacciones surgidas en Tuenti y Facebook tras la reciente desaparición de Marta del Castillo, la joven sevillana de 17 años de la que sigue sin haber noticias.
En este dramático caso las redes sociales muestran, valga la redundancia, su lado más social, más humano y solidario, consiguiendo aunar a miles de usuarios en una causa común: la de ofrecer cualquier pista que pueda conducir al paradero de la joven. Ya no se trata solamente de utilizar una plataforma para pasar el rato chateando con los amigos, enviando mensajes o repasando las fotos de la última noche de fiesta; ahora tenemos también la oportunidad de poner en conocimiento de un amplio sector de la comunidad, a unos altísimos niveles de interconexión, información directa que puede ayudar a resolver un asunto como éste. Mucho más rápido que cualquier otro medio de comunicación y alcanzando directamente a un público con capacidad de respuesta, estas redes se movilizan para ofrecer toda la información posible que ayude a su localización: descripciones, imágenes y hasta videos creados por sus propios amigos.
A nadie le cabe duda de que los problemas con la privacidad en Internet, y no sólo en Tuenti, Facebook o MySpace, puesto que existen multitud de casos más en los que nuestros datos personales son accesibles a terceros sin nuestro consentimiento, son un aspecto innegable y derivado de su uso. Sin embargo, y al menos a mi parecer, si cualquier acción llevada a cabo en una de estas plataformas sirve para que una historia tan triste como ésta encuentre un final feliz, sólo por eso merece la pena que todas ellas tengan su hueco en el ciberespacio.
De todas formas lo que quería destacar hoy, más allá de analizar el fenómeno en sí, es el otro tipo de utilidades que estas redes que no sólo cuentan con entusiastas usuarios sino también con muchos detractores (debido principalmente a los problemas de privacidad derivados de la introducción de datos e imágenes personales), pueden ofrecernos. Utilidades que a veces trascienden el puro ocio para convertirse en verdaderas herramientas al servicio del bien común. Es el caso, sin ir más lejos, de las reacciones surgidas en Tuenti y Facebook tras la reciente desaparición de Marta del Castillo, la joven sevillana de 17 años de la que sigue sin haber noticias.
En este dramático caso las redes sociales muestran, valga la redundancia, su lado más social, más humano y solidario, consiguiendo aunar a miles de usuarios en una causa común: la de ofrecer cualquier pista que pueda conducir al paradero de la joven. Ya no se trata solamente de utilizar una plataforma para pasar el rato chateando con los amigos, enviando mensajes o repasando las fotos de la última noche de fiesta; ahora tenemos también la oportunidad de poner en conocimiento de un amplio sector de la comunidad, a unos altísimos niveles de interconexión, información directa que puede ayudar a resolver un asunto como éste. Mucho más rápido que cualquier otro medio de comunicación y alcanzando directamente a un público con capacidad de respuesta, estas redes se movilizan para ofrecer toda la información posible que ayude a su localización: descripciones, imágenes y hasta videos creados por sus propios amigos.
A nadie le cabe duda de que los problemas con la privacidad en Internet, y no sólo en Tuenti, Facebook o MySpace, puesto que existen multitud de casos más en los que nuestros datos personales son accesibles a terceros sin nuestro consentimiento, son un aspecto innegable y derivado de su uso. Sin embargo, y al menos a mi parecer, si cualquier acción llevada a cabo en una de estas plataformas sirve para que una historia tan triste como ésta encuentre un final feliz, sólo por eso merece la pena que todas ellas tengan su hueco en el ciberespacio.
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